El chico de los ojos valientes.

Así se dibuja el chico de los ojos valientes.

 El chico de los ojos valientes se sube al playón y traga fuerte para empujar la emoción. Después de más de un año peleándola, compa, peleándola, se va a externar. Soñó con este momento tantas noches: Acá lo tenés, Rodri, este es el playón que estabas esperando, le dice uno de los guías. Rodrigo hace equilibrio con el llanto que es como una pelota en la parte de atrás de la lengua que se quiere ir para adelante, para atrás. La palabra NUEVA aparece por todas partes, rebota … nueva vida, Rodri…, nueva etapa. Lo alientan los compañeros: "Seguí avanzando, aunque los perros te muerdan los pies, compa, y te quieran agarrar cuando vos quieras ir para adelante". Y llega entonces el aplauso, largo, que se venía aguantando. Y el abrazo también, largo y aguantado. Y el llanto, sobre todo,  porque tenía que salir. Está bien, está bien, Rodri, tenía que salir. Los ojos valientes se cierran sobre las lágrimas y Rodrigo abraza con los brazos, con la cabeza. Quiere meterse adentro a los demás, ocupar todo el espacio que tiene adentro para no querer nunca nunca llenarlo con nada más.