Me gustan las palabras.
Me gusta su música, su sentido, su silencio, su peso.
Guardo, comparto y a veces escribo textos o ideas que me inspiran.

Coordino talleres de lectura y escritura.
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martes, 2 de julio de 2013

Cambios

No sé casi nada de plantas y no tengo "mano verde" así que trato de tocarlas lo menos posible. Pero muchas veces escuché decir a quienes sí la tienen, que las plantas "gustan" o no "gustan" de un lugar. Pienso que a los libros les pasa un poco lo mismo. A veces, un libro "queda bien" en cierto lugar y no en otro. Ese "quedar bien", por supuesto, tiene que ver no sólo con la estética, que por cierto tiene mucha relación desde el concepto de que los libros son en muchas oportunidades objetos estéticos, sin también con la visibilidad de ese texto, su funcionalidad en determinado rincón. 
Hace algunos días, me acordé de que alguien con cierto conocimiento de la pintura y la plástica, sugirió una vez a una amiga "cambiar los cuadros de lugar". Y como nos la pasamos relacionando cosas, relacioné esta recomendación con mi necesidad, siempre postergada, de ordenar mis libros. Así es que, en esta nueva organización, Shopenhauer quedó en el toillete con su Arte de tener razón, en un intento de dar una mano al invitado ocasional, trabado (antes, durante o después de la visita) en alguna discusión. Abajo del filósofo pesimista, deje a una fugaz Angeles Mastretta, emocionada con su pasado (La emoción de las cosas) y ya (hay que decirlo) un poco reiterativa en esto de recuperar recuerdos, echarles algo de sentimiento, una pizca de magia,  y mandarlas a edición. Como el ancho de la mochila del inodoro impone sus propias condiciones, me quedé con ganas de dejar  también el increíble libros de Cris Van Allsburg, Los misterios del señor  Burdik, un libro con nada de texto y mucho de dibujo, pero -por sobre todo- con la fascinante propuesta de imaginar una historia a partir de cada una de las imágenes. El libro venía como anillo al dedo para un pasaje ocasional y eventualmente alumbrador por el baño, pero tuve que devolverlo a la mesa del living, donde -me consta- ya lo han hojeado y habrá sembrado más de una historia. También incluí El tao de los líderes, para una inspiración frugal y oriental. En la mesa del living dejé bien instalados a Reig y sus ocurrentes dibujos, y a Niño bueno, niño malode Mark Twain, mordaz y real. Veremos.






3 comentarios:

  1. Me parece maravilloso eso de dejar libros en la mochila del inodoro, nunca se me hubiera ocurrido.
    Tomé nota del libro con ilustraciones, para ver si me inspira algo en este período en que casi todo lo que escribo va a parar a la basura.
    Besotes, Flor.

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  2. mirella, hay que pensar - saber que uno siempre escribe borradores. La escritura, aunque no vaya a parar a un blog o a un papel, es siempre escritura y vale, y nos deja algo.
    Beso

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  3. Gracias Flor por el ánimo, en estos momentos tengo la sensación de que me repito reiteradamente.
    Besos

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