Dando vueltas por ahí, encontré un artículo de George Orwell (1903-1950) que me pareció interesante. En el texto, el autor de Rebelión en la Granja, o 1984, sistematiza con mucha sencillez algunas de las causas que nos llevan a escribir. Lo pego y mientras tanto me pregunto ...¿Qué habrá sido de mi lectura de Rebelión ... en cuarto o quinto grado? Tendré que releerlo.
Los
motivos para escribir.
El egoísmo y la vanidad, el gusto por la estética, el ánimo de
intervenir en el mundo, cada escritor tiene sus propios motivos para escribir.
En este breve artículo George Orwell enuncia cuatro y reconoce -entre ellos-
los propios.
¿Cuáles son los tuyos?
Dejando aparte la necesidad de ganarse la vida,
creo que hay cuatro grandes motivos para escribir, por lo menos para escribir
prosa. Existen en diverso grado en cada escritor, y concretamente en cada uno
de ellos varían las proporciones de vez en cuando, según el ambiente en que
vive. Son estos motivos:
1. El egoísmo agudo. Deseo de parecer listo, de que hablen de uno, de ser recordado después
de la muerte, resarcirse de los mayores que le despreciaron a uno en la
infancia, etc., etc. Es una falsedad pretender que no es éste un motivo de gran
importancia. Los escritores comparten esta característica con los científicos,
artistas, políticos, abogados, militares, negociantes de gran éxito, o sea con
la capa superior de la humanidad. La gran masa de los seres humanos no es
intensamente egoísta. Después de los treinta años de edad abandonan la ambición
individual -muchos casi pierden incluso la impresión de ser individuos y viven
principalmente para otros, o sencillamente los ahoga el trabajo. Pero también está la minoría de los bien dotados, los voluntariosos
decididos a vivir su propia vida hasta el final, y los escritores pertenecen a
esta clase. Habría que decir los escritores serios, que suelen ser más vanos y
egoístas que los periodistas, aunque menos interesados por el dinero.
2. Entusiasmo estético. Percepción de la belleza en el mundo externo o, por otra parte. en las
palabras y su acertada combinación. Placer en el impacto de un sonido sobre
otro, en la firmeza de la buena prosa o el ritmo de un buen relato. Deseo de compartir una experiencia que uno
cree valiosa y que no debería perderse. El motivo estético es muy débil en
muchísimos escritores, pero incluso un panfletario o el autor de libros de
texto tendrá palabras y frases mimadas que le atraerán por razones no
utilitarias; o puede darle especial importancia a la tipografía, la anchura de
los márgenes, etc. Ningún libro que esté por encima del nivel de una guía de
ferrocarriles estará completamente libre de consideraciones estéticas.
3. Impulso histórico. Deseo de ver cómo son las cosas para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos
para la posteridad.
4. Propósito político, y empleo la palabra "político" en el sentido más amplio
posible. Deseo de empujar al mundo en
cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de
sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insisto en que ningún libro está
libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver
con la política ya es en sí misma una actitud política.
Puede verse
ahora cómo estos varios impulsos luchan unos contra otros y cómo fluctúan de
una persona a otra y de una a otra época. Por naturaleza -tomando
"naturaleza" como el estado al que se llega cuando se empieza a ser
adulto- soy una persona en la que los tres primeros motivos pesan más que el
cuarto. En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales o
simplemente descriptivos y casi no habría tenido en cuenta mis lealtades
políticas. Pero me he visto obligado a convertirme en una especie de
panfletista.
George Orwell, Por qué escribo. Traducción de Rafael Vázquez Zamora. Texto incluido en A mi
manera (editorial Destino, 1976)


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