Me gustan las palabras.
Me gusta su música, su sentido, su silencio, su peso.
Guardo, comparto y a veces escribo textos o ideas que me inspiran.

Coordino talleres de lectura y escritura.
infotallerdelsauce@gmail.com
flopiesteva@gmail.com

viernes, 9 de marzo de 2012

Sala de espera

Era el día de la mujer y la salita estaba llena de mujeres. Pero no era por eso, por ser su día. Estaban las del otro lado del mostrador y las de este. Había también uno o dos hombres, pero ellos no estaban, es decir, no permanecían.
En una esquina, dos mujeres acompañaban a un muchacho de unos treinta años que tenía partes de la cabeza peladas alrededor de alguna cicatriz que no alcanzaba a ver. Las mujeres se turnaban para acariciarlo, tomarle la mano, ordenar sus papeles. Una de ellas sería su madre, la otra su novia. Las cicatrices de ellas tampoco se veían.
Más allá, otras dos mujeres habían traído a una tercera, mayor que ellas. Una había llegado en remis desde San Miguel, donde iba a trabajar, cuando recibió el llamado de su hermana. La otra, la hermana, había llegado hasta lo de su madre (la mujer mayor) preocupada por la lentitud de sus palabras, como cada mañana, por el teléfono. Al llegar a la casa la había encontrado muy bien sentadita en una silla cerca de la ventana. Por más que tocó el timbre y golpeó la puerta, la madre no contestó y hubo que tirar la puerta abajo para poder entrar. Las mujeres hablaban preocupadas. La madre se volvía hija después de tanto madrear.
Una mujer nueva llegó por el pasillo, traía a otra –dijo- también mujer, que venía mucho más atrás porque caminaba con un andador, muy despacio. Estaba con mucho dolor. Hacía días que no se movía porque tenía un pellizco en la columna que la estaba matando. La última vez que había llegado hasta este lugar le habían dado un parche y venía a ver si la magia podía repetirse. ¿Qué edad tiene?, le preguntó la enfermera. Noventa y dos, y todavía cree en la magia.

Era el día de la mujer y la salita estaba llena de mujeres. Pero no era por eso, por ser su día, sería tal vez por lo otro, por ser mujeres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario