La marca
Hay lugares del cuerpo que no me conozco. La nuca, por
ejemplo, ese espacio de confluencias que me sugiere tanto en otros, es para mí
misma un lugar desconocido, un punto tan cercano y a la vez ajeno, un
agujero negro, una topografía oscura en mi propia corporalidad.
Me pregunto entonces qué marcas llevo en el cuerpo y no puedo verme. ¿Un lunar con forma de gota que alguien habrá notado? ; ¿una verruga,
como un globo desinflado que presiento con los dedos?; ¿una lágrima momificada
en el vértice del ojo? ; ¿la marca invisible pero presente de una historia
genética desenlazada?
El cuerpo es un mapa, ¿qué otra cosa?, marcado de vida.
Hace días que busco tu marca y no puedo encontrarla. Me
palmo la cara, me muerdo los labios buscando algún rastro, algún resto.
Mientras tanto, repaso mentalmente marcas ajenas, tan nítidas
algunas que podría –si quisiera- dibujarlas. Una cicatriz rosa oscuro, por
ejemplo, como una lombriz en reposo justo antes de la rodilla; un camino breve, como un minúsculo hachazo, a un dedo del bosque de tu pelo, el lugar preciso y puntual donde te marqué con un
beso.

Flor, qué bueno este texto. Es verdad, cuántas partes desconocemos de nuestro cuerpo, no las vemos, a menos que hagamos un juego de espejos.
ResponderEliminarEsa peca dorada en el omóplato izquierdo, o el granito que salió detrás de la oreja...
Besos
gracias Mire!!! surgió al termino de la novela "Marcas de nacimiento" de Nancy Huston, que te recomiendo mucho.
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