Hace algunos días, me llegó una invitación para participar de un concurso de microficciones. La propuesta era escribir un microrrelato a partir de la última línea del último libro del escritor Mario Vargas Llosa.
Escribir microficción es difícil por un hecho bastante obvio: hay que decir algo con muy poco. Como el chef que tiene que cocinar un plato con dos o tres ingredientes, el autor de un microrrelato tiene que pesar cada palabra, escurrir la anécdota hasta volverla mínima y al mismo tiempo, sabrosa. La brevedad obliga a tachar y sustantivar; aparece el diálogo directo y la onomatopeya como recursos de síntesis. Se dice qué pasa y nada más. Tal y como lo dice aquel preciso "Escribir" de Juan José Millás, autor también de "articuentos" mínimos, copiado unos posts atrás.
La invitación llegó sobre la hora de cierre del concurso, de manera que el desafío se volvió además vertiginoso. Escribí y envié. Volví a engolosinarme con el tema y esa semana lo trabajé en dos talleres. Estos son dos de los textos que escribí:
Películas
Es como en las películas. Ahora lo sé. Esta mañana abrí los ojos en la cama y mi madre estaba al lado, llorando.
- ¿Qué pasa?, ¿qué pasa?.- le pregunté.
- Estas muerto.- me dijo.
Escribir microficción es difícil por un hecho bastante obvio: hay que decir algo con muy poco. Como el chef que tiene que cocinar un plato con dos o tres ingredientes, el autor de un microrrelato tiene que pesar cada palabra, escurrir la anécdota hasta volverla mínima y al mismo tiempo, sabrosa. La brevedad obliga a tachar y sustantivar; aparece el diálogo directo y la onomatopeya como recursos de síntesis. Se dice qué pasa y nada más. Tal y como lo dice aquel preciso "Escribir" de Juan José Millás, autor también de "articuentos" mínimos, copiado unos posts atrás.
La invitación llegó sobre la hora de cierre del concurso, de manera que el desafío se volvió además vertiginoso. Escribí y envié. Volví a engolosinarme con el tema y esa semana lo trabajé en dos talleres. Estos son dos de los textos que escribí:
Películas
Es como en las películas. Ahora lo sé. Esta mañana abrí los ojos en la cama y mi madre estaba al lado, llorando.
- ¿Qué pasa?, ¿qué pasa?.- le pregunté.
- Estas muerto.- me dijo.
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Mmmm
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión... Se sentía pesado. “Las pastillas”, pensó. El hombre que lo había ayudado a guardar el bolso dormía atrás con la boca abierta. “Te conozco”, había dicho. Después: el diálogo habitual sólo para comprobar que “Mmm… no”. Y sí, tenía una cara corriente. Cada tanto, creían reconocerlo.
Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión... Se sentía pesado. “Las pastillas”, pensó. El hombre que lo había ayudado a guardar el bolso dormía atrás con la boca abierta. “Te conozco”, había dicho. Después: el diálogo habitual sólo para comprobar que “Mmm… no”. Y sí, tenía una cara corriente. Cada tanto, creían reconocerlo.
Acomodó la almohada, todavía podía dormir un poco. El
sueño llegó rápido, de otra manera habría descubierto la falla. Porque -con la boca
abierta o cerrada, todos dormidos- los pasajeros del vuelo 4097 tenían todos,
todos, una misma cara.
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Preciso, económico, cerrado o abierto, pero siempre de impacto, el microrrelato es un género joven al menos en su versión oficial, es decir, desde que alguien empezó a pensarlo como una categoría genérica específica con características propias.
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Preciso, económico, cerrado o abierto, pero siempre de impacto, el microrrelato es un género joven al menos en su versión oficial, es decir, desde que alguien empezó a pensarlo como una categoría genérica específica con características propias.
Una de las escritoras más reconocidas en este tipo de textos es la argentina Ana María Shúa (http://www.anamariashua.com.ar)
Su último libro, editado por Páginas de Espuma (España), reúne un interesante conjunto de microrrelatos. Dejo acá un fragmento de una entrevista en la que la escritora responde algunas preguntas sobre este mini-género.
P.- Minificciones, hiperbreves, microrrelatos... ¿con qué definición se queda Ana María Shua?
Cuentos brevísimos, se llamaban cuando yo empecé a escribir. Últimamente se me pegó el nombre científico: minificciones.
P.- ¿Cual es la diferencia, si la hay, entre un relato breve y un microrrelato?
El microrrelato es mucho más breve. Si excede de las 25 líneas (más o menos 300 palabras) ya no es microrrelato.
P.- ¿Y entre un hiperbreve, un aforismo y un poema corto o Haikou?
La minificción tiene un territorio pequeño y le gusta pivotear en las fronteras, que a veces son bastante borrosas. Si parece un poema, es que es un poema. Si parece un aforismo, sin duda es un aforismo. Si no se sabe bien lo que es, probablemente sea una minificción.
P.- ¿No tienden a confundirse a veces?
Venezuela, Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, comparten la selva del Amazonas. Los límites políticos son arbitrarios.
P.- Hay críticos que no les otorgan mas valor a los microrrelatos que meros chispazos literarios, ingeniosos, eso si.... ¿que opinas al respecto?
Algunos micros son puros golpes de ingenio. Otros tienen algo más. Lo mismo pasa con los cuentos, las novelas, la poesía...
Entrevista completa: http://www.literaturas.com/v010/sec0907/entrevistas/entrevistas-01.html
Y acá un microrrelato de la escritora:
Y acá un microrrelato de la escritora:
En la oscuridad, un montón de ropa sobre una silla puede parecer, por ejemplo, un pequeño dinosaurio en celo. Imagínese, entonces, por deducción y analogía, lo que puede parecer en la oscuridad el pequeño dinosaurio en celo que duerme en mi habitación.
Ana María Shúa.

¡Muy buenos, Flor!
ResponderEliminarMe gustan los microrrelatos, inclusive hice un taller hace un par de años y publiqué un post en el blog sobre ellos.
Esas sincronías, esta semana estaba pensando en armar otro post, con algunos míos.
Shua, tiene excelentes micros..
Besos.
Gracias Mire, como siempre.
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