A modo de cierre
Hace algunos días terminamos del leer El reflejo de las palabras, de Kabder Abdolah en la librería La Huella.
Fue un momento especial para todas las mujeres de "Sueltas", el taller de lectura y escritura que funciona en ese lugar hace casi dos anos. La librería cierra este mes y como no podía ser de otra manera ese cierre se refleja en cada una de nosotras. El ultimo libro que leímos vino a cerrar un ciclo en ese maravilloso lugar, y lo hizo de la mejor manera.
Uno de los textos que comentan El
reflejo de las palabras dice que se trata de “una mirada a la tierra natal
desde la lejanía, desde la idealización y la perspectiva que otorga la
distancia sobre el propio terruño.”
El
reflejo de las palabras es una novela tierna y delicada porque está narrada
desde esa visión distante en el tiempo, el espacio y la vida. Es esa mirada de
hijo, mirada piadosa que no juzga (antes presenta) la que narra la vida de un
padre y un país. Ismail escribe la historia de Aga Akbar para recuperar, reparar y clausurar.
El libro es un texto de transformación, un reflejo invertido: de Oriente a Occidente;
de la religión al laicismo; de la política a la a-política; del silencio a la
voz; de lo oral a lo escrito; de lo manuscrito a lo impreso, de lo ilegible a
la lectura, de las tierras altas del monte del Azafrán, a los países bajos; de
la piedra al pólder; de lo seco, a lo húmedo; del padre que queda, al hijo que
se va. Ismail no
transcribe, sino que narra a partir de lo que cree ver, lo que para el reflejan los papeles de su
padre.
Los cambios en el tiempo, el espacio, y el narrador no resultan un obstáculo
para conocer la historia de Ismail, su padre y su país. La poesía, implícita en
la prosa o explicita en el cuerpo de la novela, es un regalo más de este libro
inolvidable.
Me gusta pensar que no es casual el título de uno de los últimos capítulos:
“Huellas”.
Libros que dejan huellas. Huellas sobre huellas, sobre huellas, sobre
huellas.
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